CUIDADO CON LAS RIQUEZAS DE LOS EGIPCIOS

| 17 marzo, 2014

“E hicieron los hijos de Israel conforme al mandamiento de Moisés, pidiendo de los egipcios alhajas de plata, y de oro, y vestidos. Y Jehová dio gracia al pueblo delante de los egipcios, y les dieron cuanto pedían; así despojaron a los egipcios”. (Éxodo 12:35-36)

La salida de Egipto incluye este evento en el que con claridad se nos indica que mucha de las riquezas de los egipcios pasaron a manos de los israelitas, al salir estos del largo cautiverio e iniciarse como la nación de la que vendría el Mesías.

En ocasiones solemos tomar esto y decir esa es una realidad que se cumplirá en nosotros y, que lo que llamamos “el mundo”, deberá venir a traer sus riquezas a los pies de los “seguidores de Cristo”. Solemos olvidarnos de dos detalles particulares de esa situación: el primero era que los egipcios, como nación, le debían a los israelitas, como nación también, cuatrocientos largos años de esclavitud y trabajo impago.

El segundo detalle consistía en que los egipcios, en ese momento, simultáneamente temían y odiaban a los israelitas. Vale decir que ese dinero que les dieron no era por cuestiones de simpatía, amistad o reconocimiento, sino por razón que no los querían ver más en su territorio. Algo así como una indemnización para que se vayan, como se les suele dar, en la actualidad, al que usurpó una casa y se pretende que se retire lo antes posible.

No quiero decir con esto que no vendrá dinero del mundo hacia la Iglesia del Señor; sólo pretendo advertir que debemos tener cuidado cuando ese dinero llega, porque en ocasiones, de las que ejemplificaré en esta nota, ese dinero no viene movilizado por un obrar de Dios, sino por el contrario, la idea ha sido gestada en el Reino de las Tinieblas. Y en esos casos es cuando hay que poner en la balanza los valores éticos y morales que son parte de nuestra esencia cristiana y ver si es lícito y conveniente, o no, aceptar ese dinero. No siempre que venga dinero es una bendición de Dios, porque si ese recurso económico partió de un quebrantamiento de sus leyes divinas, será perjudicial para nosotros.

No debe haber pastor en el mundo que no haya recibido una profecía en la que le señalaran que vendría una suma de dinero importante para que pueda cumplir con sus sueños de servicio a Dios. Y, en ocasiones, esa “profecía” recibida, junto al acompañamiento del versículo citado del Éxodo, confunde y hace trastabillar, pues al aceptar dinero que no debiera, la obra con eso deja de ser santa y por ende de Dios.

 

Donaciones políticas.

Muchas congregaciones han recibido subvenciones del Estado y me parecen excelentes posibilidades de realizar obras importantes. Pero debemos ser muy cuidadosos para saber si ese dinero es provisión de Dios o si no debemos tocarlo.

En nuestra Iglesia, por muchos años, tuvimos una actividad social que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, con tres cambios políticos incluidos, reconocía como la más eficiente y transparente en su rubro. Para ayudarnos en esa tarea, durante varios años nos dieron un subsidio, pero hubo premisas que fueron básicas en esa situación: a) siempre firmamos el recibo por la cantidad específica de dinero que se nos daba; b) todos los años presentamos, al Gobierno, las facturas de los gastos en que habíamos utilizado el subsidio; c) el dinero recibido se gastó para los fines sociales que se nos había otorgado y no para otras actividades de la Iglesia; d) nunca nos prestamos a dejar que se politice en nuestro medio ese subsidio.

Pero de boca de funcionarios de distintas administraciones, y comentarios de varios de nuestros colegas pastores, se han recibido ofertas por una suma de dinero de la cual sólo se recibía la mitad, pero se firmaba por el total. En un caso específico que conozco, le ofrecieron a una institución cristiana un millón de dólares, pero debía firmar que había recibido dos millones y hasta les daban los recibos para justificar ese millón que resultaría faltante de su balance. ¿Bendición de Dios o corrupción? Gracias al Señor que, en este caso, nuestros hermanos rechazaron el dinero, optando por la santidad y los valores cristianos, antes que por la tentación que esa suma implicaba.

En otros casos, las donaciones o subsidios se debieron compensar con apoyos políticos o con darle lugar para su promoción a quienes daban o conseguían el dinero.

Esto no cumple con los postulados de la experiencia de la salida de Israel de Egipto ni con los mandatos de santidad exigidos por el Señor.

 

Donaciones desconocidas.

He recibido un mail y hasta donde sé varios lo han recepcionado también. Se trataba en ese caso de “una señora muy cristiana y rica de Nigeria que había quedado viuda recientemente, no tenía hijos y padecía una enfermedad terminal. Dicha señora se había enterado de mi ministerio y sentía de Dios donarme su fortuna porque sabía que la administraría conscientemente”. Para mis deseos de crecimiento y sueños esto era una maravilla.

Para acceder a esa fortuna, de varios millones de dólares, había que contactarse con alguien, y… etc. etc.

Dios nos ha dado raciocinio y este me llevó a la conclusión que si una persona muy rica está en África, rodeada de la pobreza que allí hay, no le va a mandar su dinero a un pastor en Buenos Aires.

Sé de algunos que vieron allí una bendición y se pusieron en contacto, para ello debían depositar una suma importante, unos cinco mil dólares para gastos y, aunque era una suma grande, no era nada con lo que supuestamente habrían de recibir. Pidieron prestada plata, hicieron ofrendas especiales, soñaron con un ministerio impresionante, hasta que se dieron cuenta que era una simple estafa para incautos.

 

Donaciones dudosas.

Estas son las más sutiles y que pueden terminar arruinando un pastorado e Iglesia.

En su edición del 01/03/2014 Clarín online (https://www.clarin.com/sociedad/sombra-Chapo-Guzman-Argentina_0_1094290638.html) da cuenta de que, el recientemente aprehendido narcotraficante mexicano Chapo Guzmán, donó dinero para la construcción de una Iglesia Evangélica en el norte de nuestro país, además de donar para otras comunidades religiosas no cristianas.

Hace un tiempo atrás se descubrió una banda de narcotraficantes que operaba desde una Iglesia Evangélica en la zona norte del Gran Buenos Aires (https://www.lacapital.com.ar/informacion-gral/Una-banda-de-narcotraficantes-habria-lavado-dinero-con-pases-de-futbolistas–20131104-0005.html).

Debemos tener mucho cuidado de dónde salen las donaciones. Ningún dinero proveniente del narcotráfico o de cualquier actividad criminal es una bendición. Es mucho el daño que podemos autoinfringirnos pensando que Dios nos está bendiciendo, cuando en realidad estamos cayendo en lazos del Diablo.

Deuteronomio 23:18 aclara: “No traerás la paga de una ramera ni el precio de un perro a la casa de Jehová tu Dios por ningún voto; porque abominación es a Jehová tu Dios tanto lo uno como lo otro”. El dinero originariamente sucio, no viene de Dios y tampoco Dios lo quiere para sus cosas.

Seamos sabios, Jesús nos dejó una advertencia específica en Mateo 10:16: “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas”.

 

Rodolfo Polignano
Pastor en el barrio de Colegiales de la Ciudad de Buenos Aires
Unión de las Asambleas de Dios
Profesor del Instituto Bíblico Río de la Plata durante 30 años
Escritor y maestro se especializa en Homilética
Bajo su ministerio pastoral se levantaron 12 nuevas congregaciones
Sirvió muchos años como presidente de Evangelismo de la Unión de las Asambleas de Dios

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Categoria: BIBLIA, Edición 9 | Teología de la prosperidad, pobreza y Evangelio, entrega 1, Teología

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