LA EPIDEMIA DEL ÉBOLA
Nuestros últimos días en Liberia fueron realmente muy tristes. Vimos a unas amigas el martes pero para el jueves de la semana siguiente solo podíamos hablar por teléfono. Como eran enfermeras, habían contraído el virus del ébola. Para el fin de semana el virus ya había matado a una de ellas. Solo tuvimos la posibilidad de despedirnos por teléfono.
El virus del ébola se detectó en el mes de marzo, en las fronteras entre Guinea, Sierra Leona y Liberia. En aquel entonces se cerró la frontera, se bloquearon las caminos y accesos a Liberia, son unos 120 km de la frontera a Monrovia, la capital.
Al tomar esas medidas, en mayo pasado, se creía que todo volvería a la normalidad pero, a fines de junio, el virus Ebola llegó a la capital y se salió de control.
Virus Ébola: No existe vacuna. No existe tratamiento o medicina que pueda combatir el virus directamente. Actualmente, el Dr. Kent y la enfermera Nancy son los únicos dos pacientes portadores que viven, por haberse sometido voluntariamente a diferentes pruebas exprimentales en EE.UU., para tener chance a vivir.
Hay, además, otras 10 o 15 personas más en el mundo. El virus tiene el 95% de probabilidad de muerte.
Se transmite por contagio, a través de la transpiración, saliva, orina o al tocar el cuerpo de alguien infectado, esté muerto o vivo. Los síntomas son diarrea, fiebre alta, erupción en la piel, vómitos, dolor en el cuerpo, ojos rojos y sangrado por los orificios.
El modo de prevención consiste no tener contacto con la gente, evitar estrechar la mano, no hablar cerca y lavarse continuamente las manos. El virus actúa rápido y en el término de dos a veintún días se manifiesta; luego, de dos a tres días los pacientes mueren.
Para empezar a contar lo que se vive allí, les diremos que ya se declaró la emergencia sanitaria, por lo tanto la mayoría de las familias misioneras, sobre todo las que tienen niños, han sido evacuados por sus agencias y organizaciones.
Por otra parte el Ministerio de Salud nacional, la Cruz Roja, Médicos sin Fronteras, Unicef y otras organizaciones están trabajando en tratar de concientizar a la población.
La gente, en su desesperación, miente diciendo que vienen de zonas no afectadas para que los asistan, pero eso empeora las cosas porque van a centros de salud donde no tienen las medidas y recursos para ayudarlos, provocando la propagación del virus. La otra cara de la situación es que, cuando la gente tiene diarrea o fiebre, algunos centros de salud se niegan a atenderlos, por temor a que sea Ébola.
La asistencia que se brinda a pacientes consiste en tratar de bajar la fiebre, parar la diarrea, aplicarl coagulante por las hemorragias. Pero no existe nada (oficialmente comprobado) que pueda combatir el virus.
Esta emergencia sanitaria ha dado lugar a todo: los inescrupulosos también han sacado ventaja, yendo por las comunidades, diciendo que pueden aplicar la vacuna contra Ébola (que no existe) y sacando dinero a la gente inocente y desesperada.
Los cuerpos deben ser enterrados de inmediato en bolsas especiales, juntamente con los trajes descartables de los profesionales. Esto es terrible para una cultura que les rinde honor a sus muertos en funerales que duran entre 10 a 15 días, donde preparan los cuerpos con conservantes, para que no se descompongan.
La situación es alarmante. No hay voluntarios, las personas que trabajan están exhaustas, estresadas, la mayoría de enfermeros/as o asistentes médicos, renuncian.
Ahora ya no hay hospitales abiertos o clínicas, todos han liberado a sus enfermos y cerrado los centros de asistencia. Hace una semana atrás, las empresas aéreas cancelaron sus vuelos hacia Liberia.
Ghana, Nigeria y Kenia ya no reciben personas procedentes de las zonas afectada por el virus, también está prohibido el ingreso al país. Actualmente ya no sale ni ingresa nadie al país. El aeropuerto de Liberia está cerrado.
Las Iglesias están en constante oración y, aunque todos reconozcan que solo Dios puede frenar y sacar el virus del Ébola, no se ve mayor crecimiento y concurrencia a las iglesias.
Nuestros últimos días en Liberia fueron realmente muy tristes. Vimos a unas amigas el martes pero para el jueves de la semana siguiente solo podíamos hablar por teléfono. Como eran enfermeras, habían contraído el virus del ébola. Para el fin de semana el virus ya había matado a una de ellas. Solo tuvimos la posibilidad de despedirnos por teléfono.
Se desató un caos porque ya en julio y agosto era una crisis; el gobierno se había tardado demasiado para declarar la alerta sanitaria, algunos se resistían a esto diciendo que los blancos exageraban, pero luego ellos mismos se violentaban contra el gobierno haciendo manifestaciones y protestas.
Cuando se enteraron que la OMS (Organización Mundial de la Salud), destinaba varios millones para hacer frente a esta crisis en el oeste de África, pretendiendo ser uno de los países que reciba más dinero, la gente mandada por algunos corruptos envenenaba los pozos de agua y en una ocasión murieron como más de media docena de personas. Una locura.
Ya para la primera semana de agosto, la presidenta había pedido en su discurso que los extranjeros debían dejar el país cuanto antes, también pidió días de ayuno y oración, eso significaba que todas las instituciones, bancos, oficinas, ministerios, agencias de vuelo, etc. permanecerían cerradas por el tiempo que se dispusiera el ayuno y oración, Se complicaba recibir dinero aún en días hábiles, ahora ya escasea el combustible.
Nosotros deseábamos ayudar, estar con la gente, pero sentíamos tanta impotencia en un caso así, solo podíamos orar, unirnos en clamor.
Se podría decir que fuimos los últimos misioneros en salir y era por una situación especial, que contaremos en otra oportunidad. Los demás misioneros nos escribían preguntando: ¿qué hacen ahí? ¿qué esperan para irse? Pero nosotros sabíamos que solo saldríamos con la intervención de Dios.
Nuestra casa en Liberia quedó intacta, solo nos trajimos lo indispensable, no había tiempo para armar mucho más, nuestra movilidad en el garaje. Los co-pastores de la iglesia son los que cuidarán de la casa en nuestra ausencia.
Apenas los pastores Lagos nos enviaron los pasajes, que compraron con la colaboración de iglesias, familiares y amigos, salimos.
Estamos infinitamente agradecidos a la protección de Dios y todos los que expresan su amor por la obra misionera en Liberia y siguen en la brecha de oración, para la salvación y sanidad de los liberianos y el resto de los tres países afectados: Sierra Leona, Guinea y Nigeria.
Javier, Sara, Pedro, Timoteo y Marina Delgado
Misioneros en Liberia, África.
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