DIOS UNO Y TRINO
Continuando con la transcripción de sermones antiguos, dentro del tema general del mensaje que tenemos para dar como Iglesia, presentamos ahora un sermón predicado por otro de los padres de la Iglesia: Teófilo de Antioquía. Vivió alrededor del año 180.
La forma de Dios es inefable e inexplicable: no puede ser vista por ojos carnales. Por su gloria es incomprensible; por su grandeza es inalcanzable; por su sublimidad es impensable; por su poder es incomparable; por su sabiduría es inigualable; por su bondad, inimitable; por su beneficencia, inenarrable.
En efecto, si lo llamo Luz, nombro lo que es creatura suya; si le llamo Palabra, nombro su principio; si le llamo Razón, nombro su inteligencia; si le llamo Espíritu, nombro su respiración; si le llamo Sabiduría, nombro lo que de él procede; si le llamo Potencia, nombro el poder que tiene; si le llamo Fuerza, nombro su principio activo; si le llamo Providencia, nombro su bondad; si le llamo Reino, nombro su gloria; si le llamo Señor, le digo Juez; si le llamo Juez, le digo Justo; si le llamo Padre, le digo todo; si le llamo Fuego, nombro su ira. Me dirás – ¿Es que Dios puede estar airado – Ya lo creo: está airado contra los que obran el mal, y es benigno, bondadoso y misericordioso con los que le aman y le temen. Porque él es el educador de los piadosos, el Padre de los justos, el juez y castigador de los impíos.
Los hombres de Dios, portadores del Espíritu Santo y profetas, inspirados por el mismo Dios y llenos de su sabiduría, llegaron a ser discípulos de Dios, santos y justos. Por ello fueron dignos de recibir la recompensa de convertirse en instrumentos de Dios y de recibir su sabiduría, con la cual hablaron sobre la creación del mundo y sobre todas las demás cosas… Y en primer lugar nos enseñaron todos a una que Dios lo hizo todo de la nada: porque nada fue coetáneo con Dios, sino que siendo Dios su propio lugar y no teniendo necesidad de nada y existiendo desde antes de los siglos, quiso hacer al hombre para dársele a conocer. Entonces preparó para él el mundo, ya que el que es creado está necesitado mientras que el increado no necesita de nada.
Ahora bien, teniendo Dios en sus propias entrañas a su Verbo inmanente (endiatheton), lo engendró con su propia sabiduría, emitiéndolo antes de todas las cosas. A este Verbo tuvo como ministro de lo que iba creando, y por medio de él hizo todas las cosas. Éste se llama principio, siendo Príncipe y Señor de todas las cosas que por medio de él han sido creadas. Éste, pues, que es espíritu de Dios, y principio, sabiduría y potencia del Altísimo, descendió a los profetas, y por medio de ellos habló lo que se refiere a la creación del mundo y a las demás cosas. Porque no existían los profetas cuando se hacia el mundo, pero sí la Sabiduría de Dios que en él estaba y su Verbo santo que siempre le asistía.
El Dios y Padre del universo es inabarcable: no se encuentra limitado a un lugar, ni descansa en sitio alguno. En cambio, su Verbo, por medio del cual hizo todas las cosas y que es su propia potencia y sabiduría, tomando la figura del Padre y Señor del universo, fue el que se presentó en el paraíso en forma de Dios y conversaba con Adán. La misma Escritura divina nos enseña que Adán decía haber oído su voz: ahora bien, esta voz ¿qué otra cosa es sino el Verbo de Dios, que es su propio Hijo?
Es Hijo no al modo en que los poetas y mitógrafos hablan de hijos de los dioses nacidos por unión carnal, sino como explica la verdad que existe el Verbo inmanente (endiatheton) desde siempre en el corazón de Dios. Antes de hacer nada tenía a este Verbo como consejero, como que era su propia mente y su pensamiento. Y cuando Dios quiso hacer efectivamente lo que había deliberado hacer, engendró a este Verbo emitido (prophorikon) como primogénito de toda la creación: con ello no quedó él vacío de su propio Verbo, sino que engendró al Verbo y permaneció conversando para siempre con él.
Esto nos enseñan las santas Escrituras y todos los inspirados por el Espíritu, entre los cuales Juan dice: «En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba en Dios» (Jn 1, 1), significando que en los comienzas estaba Dios solo, y en él su Verbo. Y luego dice: «Y el Verbo era Dios: todo fue hecho por él, y sin él nada se hizo» (Jn 1, 2-3). Así pues, el Verbo es Dios y nacido de Dios, y cuando el Padre del universo así lo quiere lo envía a determinado lugar, y cuando está allí, puede ser oído y visto y puede ser encontrado en un lugar determinado por haber sido enviado por Dios…
Teófilo de Antioquía
Vivió alrededor del año 180 de nuestra era.
Según la tradición, fue obispo de Antioquía de Siria.
Había recibido una buena formación literaria en el paganismo y se convirtió, según él mismo explica, por el estudio de las Escrituras Sagradas.
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Categoria: Archivo Documental, Edición 16 | Nuestro mensaje, entrega 15, TESTIMONIOS E HISTORIA