EN TIEMPOS DE PANDEMIA Y NEGACIONISMO, NECESITAMOS UN OBSERVATORIO DE LOS CEMENTERIOS

| 29 junio, 2020 | Responder

Con Bolsonaro, la pandemia se convirtió en un problema ideológico, la verdad se convirtió en un lujo prohibido, y por lo tanto, cada ciudadano asesinado por el coronavirus se convirtió en un mero detalle, un efecto secundario.
Análisis de un pastor brasileño acerca de la realidad que atraviesa su país.

La pandemia, combinada con el subregistro en covid-19 – aliado del negacionismo -, crea un nuevo campo de investigación: el observatorio de cementerios y funerarias.

¿Cuántos entierros por día, cuántos sepultureros, cuántas funerarias, cuántas bolsas para cadáveres, cuánto cambio de infraestructura en el servicio funerario?

Por ejemplo, hay noticias de que la ciudad de São Paulo tiene la intención de contratar 220 sepultureros, preparándose para 400 entierros por día; abrió 13 mil tumbas, mil tumbas verticales; ha programado la compra de 38,000 urnas funerarias, abrirá funerarias en hospitales municipales; es un plan de contingencia.

¿Por qué la necesidad del observatorio? Debido al subregistro, el resultado de la insuficiencia aguda de las testeos para detectar la infección, y porque el gobierno quiere que la prensa diga cosas buenas y positivas. Porque Casa Grande, como dijo el ex ministro de salud, quiere que la fábrica comience a funcionar nuevamente. Y porque el presidente quiere afirmar, a toda costa, su tesis de que el covid-19 no es más que una “gripecita”, un pequeño resfriado.

Parece que, contrario a lo dicho, nos estamos moviendo hacia la sentencia de que quien diga la verdad será digno de castigo. Entonces, para saber la verdad, tendremos que crear el observatorio para cementerios y funerarias

La verdad te libera

En otras palabras, ¡tendremos dificultades si queremos saber la verdad!

Además, debemos estar preparados para que la verdad no tenga impacto. Si no veamos, con Manaos abriendo una fosa común para enterrar a sus muertos y ciudades que liberaron a la gente de la cuarentena y permitieron la reapertura de centros comerciales y otros negocios. Por supuesto, esta reapertura no tendría ningún efecto si, sencillamente, las personas no fueran, porque al final, todo se reduce al consumidor, si las personas tomaran conciencia del riesgo que corren. Pero fueron, ¡y a borbotones!

A esto se presta el discurso del gobierno, para que la prensa publique cosas buenas, o qué decir de la falta de testeos, ya que Brasil es el país que menos testeos realiza entre los 15 países con el mayor número de casos.

También tendremos que prestar atención a los análisis estadísticos de institutos como Fiocruz, en los que muestra que las muertes por coronavirus se duplican cada cinco días en Brasil, una tasa más alta que la de Estados Unidos, Ecuador, Italia y España.

Todo esto porque, en Brasil, lidiar con la pandemia se convirtió en un problema ideológico, y la verdad se convirtió en un lujo prohibido, y, por lo tanto, cada ciudadano asesinado por el coronavirus, se convirtió en un mero detalle, un efecto secundario.

Sin embargo, independientemente de las tramas horribles, debemos perseguir la verdad, porque, como le gustaba decir al presidente: “conocerás la verdad y la verdad te hará libre” (JC).

Ariovaldo Ramos
Pastor de la Comunidad Evangélica Reformada
Presbítero de la Iglesia Cristiana Reformada de San Pablo, Brasil
Coordinador del Frente de Evangélicos por el Estado de Derecho
Presidente de la Asociación Evangélica Brasileña (AEVB)
Misionero de SEPAL
Presidente de Visión Mundial en Brasil Director de la Facultad Latinoamericana (FLAM)

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