EL CLUB DE LOS ESPEJOS
“Hacia donde yo dirigía mi mirada, había gente como uno…”
Y finalmente un día encontré mi lugar en el mundo.
Cansado ya de tanto andar, sin descubrir ese hábitat perfecto para mí, hice mi último intento: presenté mi solicitud de ingreso al club de los espejos.
Pocos días después, me llegó un formulario con preguntas muy interesantes.
Las respuestas pondrían en riesgo mi potencial pertenencia al Club de los Espejos.
_¿Prefiere relacionarse con gente que piense diferente o igual a usted? _IGUAL
_¿Prefiere relacionarse con gente que escuche los mismos grupos de música que usted escucha?
_AFIRMATIVO
_¿Acepta la posibilidad que alguien se peine con un look diferente al suyo?
_SI TUVIERA PELO, DE NINGUNA FORMA. Pero no puedo pretender que todos sean pelados. Aunque queda claro que la calvicie es la mejor y más económica opción.
Pocos días después, recibí más que un mail, un abrazo fraterno. Me daban la bienvenida, mi tarjeta con chip, mi clave de acceso, y la seguridad de que nadie había respondido mejor que yo.
Me tomé un largo tiempo para presentarme personalmente en mi nuevo club.
Toda persona preparada, sabe que “No existe una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión”, así que me resultaba muy necesario prepararme de la mejor forma.
Mi ingreso, el ingreso de quien mejor había rendido el examen previo, debía ser lo más cercano a lo perfecto.
Cuando me sentí listo, me presenté en la dirección que me habían indicado.
El texto aclaraba que yo podría ingresar en cualquier día y horario, sin aviso previo. Se trataba de un enorme galpón, camuflado con un frente de edificio de oficinas. Una puerta pequeña para el tamaño del edificio, una ranura donde introducir mi credencial, la contraseña y nada más. Adentro.
Al ingresar, una enorme cortina separaba un pequeño recibidor del resto del edificio. Al atravesar la cortina, mirando hacia la izquierda, solo se escuchaba silencio y soledad. Me pregunté si yo sería a esa hora, el único socio activo.
Mi sorpresa fue enorme, cuando me dirigí a esa soledad, y en un instante muy breve, el salón se llenó de personas como yo.
Hacia donde yo dirigía mi mirada, había gente como uno.
No soy una persona que crea en dioses.
Si dios fuera real, ¿para que creó al ser humano? ¿Por soledad? Si se siente solo, no es dios.
Pero mi agnosticismo estuvo en juego por algunos minutos: la perfección de la similitud entre todos nosotros, la coincidencia en la misma ropa y peinado, el mismo clavel en el ojal, todo parecía estar guionado por una fuerza superior.
Nadie decía nada. Tuve que juntar fuerzas para hablar.
Cuando pude expresarme, mi gozo, mi alegría, tuvo la fuerza de un tsunami de orgasmos: todos decían lo mismo que yo, CASI al mismo tiempo.
Y digo CASI, porque en la medida que mi discurso de bienvenida era confirmado por todos los socios activos, pude apreciar claramente que había una marcada estructura jerárquica, basada en la mayor o menor capacidad de cada socio de proyectar en palabras lo mismo que yo decía.
Para ser más claro: en forma casi imperceptible, si yo decía MAMÁ, los de la primera línea que me rodeaban, decían MAMÁ, pero milésimas más tarde. Si yo ponía mi mirada en aquellos que estaban más alejados, como 30 metros al fondo, esas milésimas ya eran décimas de segundo. Y en cuanto a los del fondo de todo, era innegable que el retraso era mucho mayor; por momentos, su tardanza generaba una especie de eco, molesto, que me obligó pensar la posibilidad de solicitar formalmente su expulsión, ya que eran iguales a mí y a los otros socios, pensaban y decían lo mismo que nosotros, vestían y se peinaban como clones de mí mismo, pero, eran evidentemente más lentos. Preferí consolidar mi liderazgo tan precoz como confirmado, antes de tomar una medida tan dura como imprescindible, para mantener la salud del club.
Recordé una vez más, que “No existe una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión” y ese recuerdo me confirmo que debía ser prudente.
De todas formas, lo que sucedería inmediatamente dejaría muy claro, que mi prudencia fue insensata, que mis pensamientos no fueron productivos, y que mi error me obligaría a renunciar al club, el mismo glorioso día de mi ingreso.
Sin que nadie me lo pida, quise hacer un juramento de lealtad al Club de los Espejos, y al levantar mi mano derecha, mi corazón se destrozó: tanto en las primeras líneas, como en las del medio, como en las lentas líneas finales, muchos levantaron la mano izquierda. Bajé mi mano, y al estilo de algunas comedias, la subí y bajé frenéticamente, variando el ritmo, para confirmar la necesidad de renunciar inmediata e incondicionalmente: en el Club de los Espejos, éramos similares, pero no iguales. Y en la desigualdad, sea por poco o por mucho, no existe la igualdad que yo necesito para estar en paz.
Renuncié cuando me di cuenta que, en el Club de los Espejos, hay tanta desigualdad como en nuestro eterno rival, el Club de los Vidrios. Y yo, que necesito estar entre iguales, no estoy preparado para soportar ninguno de esos clubes que fomentan el escándalo de la pluralidad de ideas, discursos y vidas.
Dolly, oveja de un rebaño de iguales.
Andrés Eidelson
Es Bachiller Nacional y Bachiller en Teología.
Su tarea pastoral está orientada a las personas que se sienten lastimadas por estructuras religiosas
Miembro de ISER (Instituto Superior de Estudios Religiosos), institución pionera en el diálogo interreligioso
Ex director (interino) de FM Despertar (San Miguel, Provincia de Buenos Aires)
Ex profesor de Teología en distintas comunidades
Ex profesor del Instituto Bíblico Bautista (zona Oeste) y en Instituto Timoteo.
Fundador junto a su esposa Sonia del Movimiento Corazón de Jesús (Las Cañitas, C.A.B.A.) por solicitud de la Iglesia Presbiteriana San Andrés
Actualmente desarrolla el Proyecto Misionero El Segundo, en San Miguel, Provincia de Buenos Aires
Cordialmente es la expresión de PASTORESxlaGENTE que fiel a sus principios no procura fijar conceptos únicos, sino que busca expresar la diversidad en la pluralidad que caracteriza al movimiento evangélico.
Las notas publicadas en esta edición digital reflejan la opinión particular de los autores.
La dirección de Cordialmente procura que la expresión bíblica “examinadlo todo, y retened lo bueno” sea el objetivo, por lo cual se invita a los distintos escritores a presentar sus fundamentos dejando el juzgamiento del artículo en cada uno de los lectores.
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Categoria: Arte, Edición 24 | Fortalezas y Debilidades, entrega 8
Me pareció un cuento muy profundo y espiritual. Que uno lo puede leer varias veces y encontrar múltiples interpretaciones. Muy bueno!!