CREO EN DIOS PADRE TODOPODEROSO

| 4 noviembre, 2013

Volver sobre el Credo Apostólico es la feliz idea que han tenido los editores de “Cordialmente”. Cuando uno confiesa “Creo…” (credo en Latín) y se apropia del contenido de este credo, reconoce que el contenido de su fe no ha comenzado con uno. Es la fe que han confesado miles de cristianos durante dos milenios en todo el mundo, aún a costa de su vida en muchos casos.

Repasar el contenido histórico de nuestra fe puede entenderse como cumplimiento de la exhortación de Isaías: “Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados” (51:1). Es unirse a esa gran “nube de testigos” que menciona Hebreos 12:1. En esa rica tradición hundimos nuestra raíces “para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error” (Efesios 4:14). En nuestro mundo pos-moderno pululan los hombres con “lo último de Dios”, presentando enseñanzas periféricas, en el mejor de los casos, como si fuesen centrales a la fe.

Parece sencillo decir que creemos en Dios, pero cuando uno comprueba la cantidad de nombres, significados y conceptos que los distintos grupos humanos atribuyen a la palabra “Dios”, la tarea se complica. Por ejemplo, ¿Allah, palabra árabe que utilizan los musulmanes (aún los que no hablan árabe), es “Dios”? En algunos casos los traductores de la Biblia han tenido muchas dificultades para traducir una palabra que nos parece tan simple.

¿Qué hacer, entonces? El Credo Apostólico pasa a describir al Dios en el que creemos con términos que se encuentran revelados en la Palabra de Dios. El Dios en quien creemos es Padre. Más allá del atisbo de la naturaleza trinitaria de Dios, esta declaración tan característica de la revelación bíblica nos muestra que una faceta esencial, del Dios en quien creemos, es que se relaciona. Es Padre. Tomando la relación primaria de todo ser humano, la relación con sus progenitores, la Biblia nos enseña que esta misma relación caracteriza el trato entre Dios y el ser humano. Así nos enseñó nuestro Señor Jesucristo que hablemos con Dios: “Padre nuestro”.

Implícita en la relación paternal, está la relación que tenemos con nuestros semejantes. Si Dios es Padre, entonces nosotros somos hijos y hermanos. No puedo confesar que Dios es mi Padre sin relacionarme con mis hermanos de quienes también es Padre. La cultura moderna ha entronizado el individualismo y es una amenaza permanente al concepto comunitario que el credo establece en la confesión de Dios como Padre. El hombre individualista de hoy se pregunta, a lo Caín, “¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?”. El credo nos invita a mirar al otro como hijo del mismo Padre y a tratarlo como tal.

En segundo lugar, el credo nos dice que Dios es Todopoderoso. Si no lo fuera, sería un “dios” muy devaluado. La Biblia insiste repetidas veces en señalar que Dios hace todo lo que se propone, que no hay obstáculo ni impedimento que evite el cumplimiento de Su voluntad. Pero es precisamente en este punto que tropieza el hombre moderno. Su conciencia no admite un Dios Bueno y Todopoderoso que permita los desastres, las situaciones trágicas y el sufrimiento de los inocentes. ¡Cuántas veces he escuchado a las personas cuestionar a Dios! “Si fuera tan bueno y poderoso, como dicen, no permitiría que niños inocentes mueran de hambre o sean víctimas de guerras.”

Los cristianos han propuesto distintas respuestas a este cuestionamiento. El ser humano desfigurado por el pecado es causante de muchos de esos males. La creación misma ha sufrido los efectos del pecado del hombre. Dios tiene la capacidad de redimir situaciones que parecen imposibles. Pero al final es cuestión de creer, de ejercer la fe. Creo en Dios Padre, Todopoderoso. Sin Él, todo carece de propósito y sentido. Bien dice el prólogo de nuestra Constitución argentina que Dios es “fuente de toda razón y justicia”.

Es conocida la historia de Horacio Spafford, autor del himno “Alcancé Salvación”. Él compuso el himno cuando el buque en que viajaba cruzó por el lugar donde sus cuatro hijas habían muerto poco antes, en un trágico accidente marítimo. La última estrofa dice:

“La fe tornaráse en gran realidad
Al irse la niebla veloz,
Desciende Jesús con su gran Majestad,
¡Aleluya! Estoy bien con mi Dios.” 

 

Stanley Clark
Misionero en Uruguay, India y Nepal
Ministerio actual: Red Misiones Mundiales
Iglesia Evangélica Bautista

 

Cordialmente es la expresión de PASTORESxlaGENTE que, fiel a sus principios, no procura fijar conceptos únicos, sino que busca expresar la diversidad en la pluralidad que caracteriza al movimiento evangélico.

Las notas publicadas en esta edición digital reflejan la opinión particular de los autores.

La dirección de Cordialmente procura que la expresión bíblica “examinadlo todo, y retened lo bueno” sea el objetivo, por lo cual se invita a los distintos escritores a presentar sus fundamentos dejando el juzgamiento del artículo en cada uno de los lectores.

 

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Categoria: BIBLIA, Edición 7 | El Credo, entrega 1, Teología

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