LA IGLESIA INVISIBLE 5
APÉNDICE 1 | GUERRAS Y REVOLUCIONES.
Las circunstancias históricas previas a la Reforma Radical determinaron un escenario complejo. Reacciones populares ante las persecuciones imperiales impulsaron posiciones.
Las posturas dispares de Martín Lutero y Thomas Müntzer ante el conflicto.
Los movimientos cíclicos de la historia repiten de tanto en tanto las mismas circunstancias.
Las cruzadas que el Sacro Imperio Romano Germánico realizó en el siglo XV para aniquilar a los seguidores de Juan Hus provocaron la defensa de aquellos hermanos y las luchas campesinas que anhelaban los cambios predicados por el reformador.
La Iglesia, los pastores y predicadores debieron tomar posiciones ante la realidad de la doble violencia ejecutada sobre las ovejas: la económica (esclavista) y la física (salvaje).
Cinco siglos más tarde, el teólogo y pastor Dietrich Bonhoeffer enfrentó una situación similar: siendo uno de los líderes de la Iglesia Confesante, en franco desafío a Adolph Hitler, bregó por la salvación del exterminio al que eran sometidos en Alemania, durante la Segunda Guerra Mundial. En su lucha, confrontaba con la Iglesia del Tercer Reich, que enarbolaba argumentos de sumisión a la autoridad y mensajes antisemitas basados en juicios antiguotestamentarios, y la pasividad de la Iglesia oficial, la cual guardaba silencio para no perder sus prebendas.
El análisis del pasado, sin emitir juicios apresurados y tratando de comprender todas las circunstancias que rodearon los acontecimientos, nos permiten proyectar decisiones que asumiríamos en caso de que nos tocaran vivir situaciones similares.
Guerras Husitas 1420-1434
Tras el asesinato de Juan Hus en Constanza el 6 de julio de 1415, sus discípulos desarrollaron un movimiento de carácter revolucionario.
Los caballeros y nobles de Bohemia que adherían a la Reforma enviaron un duro manifiesto al Concilio de Constanza en repudio contra la ejecución de Hus. En respuesta, el emperador del Sacro Imperio Romano, Segismundo de Luxemburgo, envió por carta la amenaza de aniquilar de inmediato a todos los wycliftas (seguidores de Wyclif 1330-1384) y husitas (partidarios de Hus). Esto enfureció al pueblo y produjo revueltas en muchas zonas de Bohemia (hoy República Checa).
Tres “cruzadas contra los husitas” y la defensa de estos generaron las llamadas “Guerras Husitas”.
La primera “cruzada para acabar con los herejes”, promulgada por el papa Martín V y encabezada por Segismundo, avanzó contra Praga el 14 de mayo de 1420 sufriendo una clara derrota el 1 de noviembre de ese año.
En 1421, el Ejército alemán inició una segunda cruzada, pero huyeron ante las tropas husitas.
El padre Jan Želivský tomó el poder en la ciudad de Tábor y estableció un régimen de igualdad absoluta, pero fue reprimido por Žižka y el 9 de marzo de 1922 el Consejo Municipal de Praga ordenó que lo decapiten, provocando la reacción del pueblo dando paso a la guerra civil.
Estos acontecimientos desembocaron en una tercera cruzada, la cual fue derrotada en 1427.
El carácter fundamentalmente democrático de los husitas y sus continuas victoria alertaron a los príncipes de países cercanos, quienes temían que sus súbditos adoptaran las mismas ideas. Fueron ellos los que promovieron las negociaciones de paz, que finalizarían con un acuerdo en 1436.
Guerra de los campesinos alemanes o la Revolución del hombre común
Un siglo después, por la efervescencia de la prédica libertaria de Hus y las enseñanzas de la Reforma luterana, se produjo el levantamiento de los campesinos alemanes que se encontraban bajo el Sacro Imperio Romano Germánico.
Las revueltas económicas, políticas y religiosas transcurrieron durante los años 1524 y 1525.
Herederas de las guerras husitas, involucraron a campesinos ciudadanos y nobles. Se desarrollaron con mayor intensidad en el sur, oeste y centro de Alemania, alcanzando también a Austria y Suiza. En el verano de 1525, llegó a involucrar a 300 mil campesinos y dejó un cruento saldo de más de 100 mil muertos.
La historia comenzó en 1448 con manifestaciones en Berlín, y progresivamente sumaron otras ciudades que se solidarizaban con los campesinos quienes solo reclamaban un leve mejoramiento de su estado servil, para vivir modesta y pacíficamente en el temor de Dios. Esta mínima demanda chocaba contra el orden existente, lo cual acrecentaba el sentimiento de injusticia.
Las clases superiores de las poblaciones rurales (funcionarios, jueces rurales, artesanos, trabajadores manuales y burgueses que explotaban pequeñas chacras) fueron los que encabezaron la revuelta contra los nobles y clérigos y sus fuertes demandas tributarias. La burguesía ciudadana estaba dividida, porque sus ganancias provenían de los hábitos de consumo de la clase gobernante.
Por esta causa, al levantamiento de 1525 se lo conoce como la Revolución del hombre común, o también como la Revolución burguesa. Algunos de los nobles –siempre con intereses espurios– ayudaron a los campesinos.
En 1524, comenzaron movilizaciones en las cercanías de Núremberg, las cuales se propagaron velozmente por el descontento social que sumaron a campesinos y pequeños clérigos.
Utilizando conceptos bíblicos, intentaron organizarse; el 20 de marzo de 1525, se dieron a conocer los “Doce artículos”, un catálogo de dolencias, programa de reformas y manifiesto político.
Los campesinos suizos siguieron este ejemplo. Ambos movimientos se comprometieron al respaldo mutuo. Editaron varias copias del documento y las esparcieron por el Tirol.
La negociación de los “Doce artículos” (texto que será publicado en la próxima nota) fue la primera ocasión en la historia en la cual el proletariado organizado se sentó a acordar con el poder.
Temiendo que las ocupaciones de tierras y saqueos se extendieran, la nobleza acordó negociar y así ganó tiempo para organizar un Ejército fuertemente armado.
La cruda represión, que ejecutaron una vez organizados, dejó más de 100 mil muertos entre los campesinos.
Martin Lutero, acusado de ser el instigador de la revuelta, se apartó de ella bajo el argumento de que su Reforma intentaba cambiar la Iglesia y no la cristianización del mundo.
Como esto no fue suficiente, en 1525 en su “Exhortación a la paz” criticaba la posición altanera de los príncipes.
Después de la matanza de Weinsberg (cruel reacción de los campesinos), decidió colocarse en el bando de los príncipes, con la siguiente declaración: “contra las hordas asesinas y ladronas mojo mi pluma en sangre: sus integrantes deben ser aniquilados, estrangulados, apuñalados, en secreto o públicamente, por quien quiera que pueda hacerlo, como se matan a los perros rabiosos“.
Lutero publicó este documento “Contra las hordas ladronas y asesinas de campesinos” cuando los campesinos se hallaban severamente dañados y su caída era inminente. Desde ese momento, el movimiento encabezado por él perdió todo espíritu revolucionario, cimentando a la sociedad señorial bajo la doctrina de sumisión a la autoridad.
Thomas Müntzer (uno de los padres de la Reforma Radical) fue inicialmente un seguidor de Lutero, pero contrariamente a éste, adoptó una postura totalmente radical y revolucionaria, abogando por la liberación por medio de las armas.
Pretendía establecer su visión de un orden social justo: abolición de privilegios, disolución de monasterios, creación de refugios para los desposeídos, donaciones para los pobres e igualdad para todos.
Las represalias fueron desmesuradas. Además de las ejecuciones y la condena al pago de cuantiosas indemnizaciones, en la mayoría de los territorios el proletariado perdió todo derecho, llegando a un estado de “muerte civil”. Raras fueron las excepciones, como el caso del principado-abadía de Kempten, donde se estableció un acuerdo en la Dieta de Espira (1526).
La represión fue incrementándose y la condiciones del proletariado empeoraron tras las protestas.
Recién en la “Revolución de Marzo” (1848-49) se alcanzó la implementación de algunos de los “Doce artículos”.
Guillermo Prein
Pastor fundador del
Centro Cristiano Nueva Vida
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Categoria: Archivo Documental, Edición 13 | Eclesiología, entrega 14, TESTIMONIOS E HISTORIA